Esperando ansiosa la semana planificada para las anheledas vacaciones aparecen los incomodos momentos de agobio. Y es que la paciencia no es precisamente el ícono más representativo de mi personalidad, y mi mente no está hecha para tener solo una o dos cosas en que pensar. No es que sea masoquista, pero soy una persona presa de la actividad mental, aunque tengo la impresión que he escuchado muchas veces a personas que en tiempo de harta pega lo único que desean son días de oceo, pero una vez que la ociosidad pasa de cuatro o cinco días ya les aparecen las ansias locas por volver a una rutina de actividades. O en el caso de los pinguinos, no es típico que a mitad de febrero lo único que piensan es en la vuelta a clases... por supuesto, que en este mundo deben existir personas que vivirían toda la vida sin hacer nada pero trato de opinar basándome en las observaciones de mi entorno. El tema es que en estos días en que "quiero vacaciones pero también quiero actividad", vienen pensamientos tan condimentados que muchas veces caen mal al estomago. ¿Y cuales creen ustedes que es el hilo conductor de estos ratos? Piensen.... 25 años, recién titulada de periodista, casi 5 años de pololeo, sin trabajo...cual más que el FUTURO puede ser la palabra trituradora de cerebro. El síndrome de -qué he hecho mal, qué he hecho bien, que no he hecho, que debo y no debo hacer y que quiero y no quiero hacer- (nótese el destacado). Ahora en este proceso, sin duda, que las impresiones, sensaciones y emociones se multiplican y los miedos a equivocarse te acompañan como abejas ruidosas y pegotes. Finalmente ¿qué puede salvarte del ecatombe mental? los amigos, tu familia, tu pareja, la tele, la WEB, un libro, una buena comida, etc... Cualquiera de estas opciones puede regalarte nuevos momentos que no necesariamente te libran del todo pero que te permiten hacer una pausa y seguir corriendo o caminando dependiendo de cual sea el camino. Por eso para quienes me aman la frase es: sin presiones y mucha comprensión. Gracias.